martes, 22 de mayo de 2012

En moto a Quintay

La noche anterior al viaje casi ni dormí pensando en el viento y los camiones en la carretera, cosa que después de todo no seria tan terrible por lo menos en esta ocasión (con una ecepcion). Me levante temprano me equipe mas protegido que hijo único, y partí a la casa de Maria Paz. Llegue puntualmente como acostumbro y tuve que esperar…
Pensando que la espera daría para un buen rato aproveche de revisar el aceite de motor, que para mi mala suerte me indicaba que estaba seco. Murió el paseo… fue lo que pensé al instante. Como no podía convencerme de tener que quedarme en casa por no revisar el nivel de aceite un dia antes de salir, volví a medirlo y nada… bueno después de incluso pensar en darle no mas, recordé que para medir el aceite hay que enderezar la moto… PLOP…. Poca experiencia parece…

 A todo esto Maria Paz aun no aparecía, bueno aparte de un gesto con la mano a través de la ventana que yo entendí como esperame me falta poco y salgo, todos quienes han tenido que esperar a una mujer, sabrán que ese me falta poco, en realidad, no es tan poco. Pasado el susto sin sentido de la falta de aceite y con Maria Paz  equipada y protegida, salimos rumbo a la ruta 68 con destino a Quintay. Pensando en todo momento antes de tomar la autopista en mis miedos al viento y a los camiones, además de recordar que varios me advirtieron que mi moto (XR 125L), no daba para este tipo de viajes o algunos me decían dale no mas pero detente unas 3 veces, en fin le di no mas fuerte y derecho, pare una sola vez antes de llegar a Quintay y lo hice en el desvió de la ruta 68 hacia Quintay, después de unos 90 kilómetros desde que salí de casa.
Aproveche de sacar algunas fotos y seguimos rumbo a la primera parada, Caleta Quintay.






















Un amiguito tomando sol junto a la ruta.





 Llegamos a la caleta, estacione la moto y comenzamos a recorrer el lugar. El color del agua era espectacular y me llamo la atención que a pesar de ser una caleta, todo era muy limpio, comparándola con otras conocidas. Antes de ir, el día anterior leí algo sobre Quintay, para saber que visitar o que hacer en el lugar y me encontré con que hace varios años atrás hubo una ballenera y que ahora sus ruinas se convirtieron en un museo.



Antes de llegar a la ballenera, recordamos que el desayuno esa mañana no existió, y aprovechamos de comprar algo para comer. Chocolate caliente para Maria Paz y un jugo natural de kiwi para mi, mas un alfajor que compartimos. El hecho de tomar jugo de kiwi fue motivo de burlas casi todo el día, por que a Maria Paz le dio con que este jugo actuaría como laxante, por suerte no paso nada. Olvidándose por un momento de mi jugo y sus posibles efectos laxantes a Maria Paz le dio con que los dueños del lugar donde comimos eran de esos típicos hijitos de papa que se creen hippie y se van a vivir a un lugar alejado, casi a vivir de lo que les             proporciona  la Pacha Mama pero que igual, saben que ante la primera dificultad estará su papito para ayudarlos. Resentida mmm no se….

 A mi solo me llamo la atención que estaban haciendo una especie de terraza y uno de los “Hippie” no sabia ni usar el serrucho. En fin el jugo estaba rico y para desgracia de las burlas de Maria Paz no me produjo nada.










Previo pago de $1000 entramos a la ballenera, en el lugar mucho no había, algunas ruinas y unos carteles que daban pequeñas reseñas de lo que  fue la ballenera, de los que leí lo que mas llamo mi atención fue que mientras el lugar donde se faenaban las ballenas estaba lleno, las demás ballenas eran infladas y eran dejadas flotando en la rada junta a una boya.




 En el lugar había poca gente, un par de personas pescando, una pareja de motoqueros y una familia con varias hijas.


 Habiendo visto lo que parecía teníamos que ver, salimos rumbo a Tunquen con la idea de conocer la playa ( sin comentarios sobre la subida para salir del estacionamiento).



Antes de llegar, se veía desde la ruta arriba de los cerros,  una playa con una extensión gigante de arena y mas arena, cuando llegamos abajo, tome el camino de tierra hacia la playa y sorpresa fin del camino y un letrero gigante de estacionamientos como única opción de detenerse, me dio lata pagar, no por los cocodrilos de mi bosillo, si no por que la playa en realidad no ofrecía nada como para recorrerla y bueno en realidad es una lata que cobren por todo.



 Seguimos rumbo al quisco lugar donde almorzaríamos( sin comentarios sobre la subida con curvas que habia al salir de Tunquen), pasamos por miraflores y algarrobo. Almorzamos en un lugar que ya conocíamos, yo aunque digan: "vas a la costa y comes pollo con papas", pedí pollo con papas, no por el hecho de que no me guste el pescado, sino porque la mayoría de las veces que pido pescado no me gusta la preparación o lo encontró simplemente malo. Maria Paz pidió pescado frito el cual finalmente compartimos y lo encontré rico…

 Luego de comer y hacer perro muerto, no mentira, nos fuimos a Punta de Tralca como ultimo destino, ahí pasamos el resto de la tarde tirados en la fría arena y haciendo nada. Solo puedo decir que durante el momento que estuvimos ahi, no dejo de sonar Nostalsong .


 Oscureció y nos dispusimos a volver a casa, por la autopista del sol.


El trayecto fue tranquilo con velocidad promedio de 90km/h. y el foco de mi moto apuntando a cualquier parte menos la autopista, habiendo olvidado un poco mi miedo a los camiones y al viento, en una curva, me adelanto un camión, que quizás me movió un par de milímetros, pero yo sentí q me subió, me bajo, me tiro pa´ ya, pa´ca y me dejo en el camino…    Miedito??? Siiiiiii

Ahh a todo eso en un peaje de una ruta que sale desde las Cruces a la autopista del sol, vimos un zorro, para mi un amante de la naturaleza y los animales fue lo mejor del día. Ya casi llegando a santiago paramos en el pronto Copec, a tomar algo caliente por que el frió ya no me dejaba tranquilo y a mp la dejo caminando como cangrejo. Después de el chocolate caliente y recuperar el calor del cuerpo, seguimos el poco de camino que nos separaba de casa.